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miércoles, 23 de julio de 2025

MEMORIA DE LA BARBARIE: ARQUITECTURA DEL SILENCIO, DE ALICIA AZA




En las webs de la Biblioteca de Escritoras/es Andaluces y de la Asociación Colegial de Escritores, Sección Autónoma de Andalucía, se ha publicado el análisis y crítica literaria que he escrito durante este año 2025 del magnífico libro de poesía de Alicia Aza Arquitectura del silencio (Valparaíso Ediciones, 2017). He de confesar que es uno de los mejores libros de poesía que he leído en los últimos tiempos, y cuyo tema central es de gran actualidad porque trata de importantes acontecimientos violentos desarrollados durante el siglo XX en el mundo y que desgraciadamente se están replicando con gran virulencia desde los últimos años hasta hoy en día. Dejo los enlaces:

https://www.bibliotecaescritoresandaluces.com/biblioteca/ensayo-y-critica-literaria/resenas-de-poesia/

https://www.aceandalucia.es/memoria-de-la-barbarie-arquitectura-del-silencio-de-alicia-aza/

Reproduzco el artículo:

Arquitectura del silencio es el penúltimo libro de poesía, al día de la fecha, de la poeta madrileña Alicia Aza, que fue editado por Valparaíso Ediciones en el año 2017. A pesar de haber transcurrido varios años desde su publicación, es de una actualidad absoluta habida cuenta de los acontecimientos bélicos que azotan los diferentes puntos de la geografía mundial, porque el libro trata precisamente de la violencia y el terror de actos inhumanos de ese calibre en una historia reciente y no tan reciente, del dolor que producen y de la necesidad de evidenciarlos a través de la palabra, en este caso poética, y reflexionar sobre ellos.

El horror, el sufrimiento colectivo y el exterminio de miles de seres humanos dejan tras de sí un silencio aterrador definido en la arquitectura de la parálisis que la muerte, la nada y la conmoción provocan. Arquitectura del silencio se alza como una voz que, desde una poesía contemporánea, se posiciona frente al anestésico olvido de la crueldad en el que parece que a menudo estamos sumidos. Acostumbrados desde la perspectiva del país en el que vivimos a recibir información diaria de enormes tragedias sobrevenidas por la guerra y el genocidio en lugares como Ucrania o Gaza, entre otros, la rememoración del pasado se hace imprescindible como posible antídoto al permitirnos visualizar el sinsentido de la crueldad y el dolor extremos que abren heridas en la historia de la humanidad.

El libro está conformado por trece poemas identificados con números romanos, casi todos extensos, que carecen de título porque en realidad se trata de trece etapas muy bien elaboradas de un mismo discurso que se hilvana a lo largo de todo el poemario mediante un itinerario de lugares y con una poética brillante dotada de recursos estilísticos de peso. Uno de los más llamativos es la gran afluencia de referencias extraliterarias que aparecen en todos los poemas, desde acontecimientos históricos y bélicos, nombres de ciudades, lugares concretos, obras literarias, escritores, obras pictóricas, compositores de música, etc. Con ellas se consiguen varios objetivos: riqueza expresiva de los versos en el plano formal, un camino muy bien definido, a menudo a través de las sugerencias, una arquitectura (utilizando la misma metáfora del título) conceptual que sustenta el discurso de fondo, y la consecución de un rango intelectual de gran nivel que suscita el acercamiento al conocimiento.

El punto de partida que se inicia en el poema I es el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, en el que fueron asesinadas más de un millón cien mil personas, constituyendo uno de los principales temas del libro que trasciende su significación para erigirse al mismo tiempo en símbolo de toda barbarie, como las que en la actualidad se están produciendo en diferentes lugares del mundo, incluido Oriente Medio. Por ello, entiendo desde una posición analítica que la rememoración del genocidio nazi constituye en buena medida un espejo ante la masacre que el gobierno israelí está perpetrando contra el pueblo gazatí, replicando paradójicamente el exterminio que los nazis llevaron a cabo contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

El 27 de enero de 2025 se ha conmemorado el 80 aniversario de la liberación del citado campo de concentración que dejó una huella imborrable en la historia de la humanidad no tan lejana. Alicia Aza construye un relato poético con un eje axial que domina en todo el libro que es el genocidio nazi. Desde ese hecho histórico de gran envergadura, el sujeto poético realiza un viaje por diferentes zonas del mundo en las que tuvieron lugar acontecimientos importantes durante el siglo XX que giran en torno a la represión y la aniquilación del ser humano: «Operación Tormenta del Desierto», la caída del Muro de Berlín, la Guerra de Vietnam, el régimen represivo de Mao Tse Tung, la masacre de la plaza de Tiannanmen, el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, etc.

En el libro se produce una perfecta armonía entre forma y contenido aunados por el ritmo uniforme del verso endecasílabo. Con potentes recursos empleados por la autora, los mensajes se elevan y penetran en la conciencia del lector/a. La exuberancia de referencias extraliterarias construye una impresionante estructura simbólica que gira en torno a la barbarie. Pero también el lenguaje en primera persona usado a menudo para identificarse con las víctimas («lucha constante, bajo anti misiles/patriot sobrevolando nuestros rostros»), la introducción de reflexiones de calado («nuestros cuerpos expiran y con ellos/todo se desvanece como el circo»), el ascenso de la intensidad tonal y emocional en determinadas estrofas hasta la consecución de una cima expresiva, la interrogación retórica, la ecfonesis, la enumeración intensificadora, etc. constituyen recursos estilísticos empleados en este extraordinario libro que lo dotan de gran belleza. La elipsis en ciertos versos consigue una sublimación significativa: «¿Y las Mil y una noches? Bataclán./¿Dónde El collar de la paloma? Niza». Un tono desgarrador transita los poemas sincronizado con un elevado lirismo como cuando dice «Cada vez que se es madre se crece,/se deslinda de ti verde el futuro/como un dátil jugoso en el desierto».

Por otro lado, aparecen superpuestos varios planos de significación en el libro. El primero de ellos viene dado por el sentido literal de esas referencias extraliterarias. Estas, a través de la simbología, nos conducen a la significación subyacente de los acontecimientos aludidos en cada poema. Mediante la circularidad de las composiciones, los hechos referenciados llevan al punto de origen que parte en el poema I, siendo este el genocidio nazi. En el cuarto y definitivo plano, nos encontramos con que el tema del Holocausto se convierte en sí mismo en símbolo de todas las atrocidades acaecidas en el siglo pasado, extensivas a épocas anteriores y desgraciadamente a la actual. Ese es el centro de gravedad del libro que, a través de una palabra poética sutil, lírica y contundente a la vez, plantea una reflexión acerca de la crueldad ejercida sobre miles de seres humanos por regímenes represivos y sanguinarios, fundamentalismos religiosos, grupos terroristas y cualquier forma de sometimiento y aniquilación de la vida a lo largo de la historia de la humanidad.

Esta perfecta simbiosis entre significantes y significados lleva a un lenguaje sublime, al asombro de quien lo lee y al éxtasis, en palabras de Longino[1], en una poesía de máximo nivel.

En el poema I la autora manifiesta el compromiso ético de expresarse mediante la palabra poética («y un talismán reclama mi presencia»). A partir de ahí comienza a introducir referencias extraliterarias que sugieren pero que no son explícitas, dejando pistas al lector o lectora de por dónde discurre el pensamiento de la voz poética. Este recurso se reproduce a lo largo de todo el libro, de tal manera que la vía de la sugerencia intensifica la significación de los mensajes y de las emociones al incrementarse esta con la rica y exuberante simbología que los elementos extraliterarios construyen. De esta forma, en el primer poema menciona, por ejemplo, a Adorno sin especificar que fue un filósofo y músico alemán que huyó del nazismo. En ese recorrido, el yo poético prosigue y eleva algo más el tono expresivo mientras las emociones van acompasando esa trayectoria porque siente su «soledad entre turistas».

Una sucesión de sustantivos pertenecientes al campo semántico de la destrucción y la muerte continúan marcando el camino por donde discurre el mensaje en este poema: gritos, cenizas, lágrimas, coronas («de jacintos a los muertos»), guerra, asfixia… Todo ello provoca en el yo poético un sentimiento de identificación con las víctimas de la barbarie aún no citada explícitamente, hasta tal punto que se diluyen los límites de su identidad real y asume la voz de una de las personas objeto de la violencia más atroz («Nuestra piel transformada en deportados»). Este recurso de entrada y salida del sujeto poético de sí mismo para introducirse en alguien perteneciente a ese contexto desolador se reproduce en otros poemas del libro para así manifestar su consternación.

De esta forma llega al «campo», donde dirá: «y lo hago exiliada de tus besos/ante la oscuridad que me devora», expresa la autora como si ella estuviera viviéndolo mediante una traslación de la identidad que la emoción le provoca. Ese campo al que llega lo identifica mediante la expresión «Arbeit macht frei», que constituye un nuevo indicio, esta vez más revelador porque su traducción del alemán al español es «El trabajo libera» y se trata de la frase colocada en los accesos de los campos de concentración nazis con un macabro significado alusivo a la extenuación y al exterminio de la multitud de personas allí detenidas.

Conforme avanza el poema el tono va in crescendo, hasta que todo ese camino de sugerencias que las referencias extraliterarias han ido trazando culmina dentro de la última estrofa en un clímax expresivo y emocional en el que se produce la revelación de la meta: Auschwitz-Birkenau. Es entonces cuando el significante aparece nítido, liberado de los indicios, y con toda la carga de significados que la denominación de ese campo de concentración conlleva. La consecución de ese momento álgido del poema viene reforzada además mediante versos de máxima tensión como «Auschwitz-Birkenau, lágrimas salvajes/donde el llanto no tiene baluarte», y a través de enumeraciones de imágenes descriptivas de paisajes desoladores y de la aniquilación humana («tierra enferma con nubes de pizarra,/árboles de metal, troncos desplomados» y «Cuerpos amontonados, mercancías/humanas como naipes [metáfora de la suerte] sepultados/de un solo palo: rayas, rayas, rayas [reiteración intensificadora]». Este movimiento tonal que va ascendiendo hasta su culminación en el clímax expresivo se repetirá en otros poemas del libro como un recurso estilístico potente mediante el cual Alicia Aza imprime un ritmo interno en los significados expuestos y, en consecuencia, en las emociones y los mensajes indisolublemente unidos, porque, como expresó Unamuno en su Última lección de cátedra (1934), «los sentimientos son pensamientos en conmoción».

En el poema II el acontecimiento histórico es la denominada «Operación Tormenta del Desierto», fechada en 1991. La autora recurre de nuevo a la voz poética-testigo al introducirse en la piel de la víctima: «lucha constante, bajo anti misiles/patriot sobrevolando nuestros rostros./¡Corramos a escondernos bajo máscaras/de gas! Suenan campanas desvalidas». La ecfonesis es un recurso que aparece en varios versos de este poema como se puede comprobar en los dos últimos citados. Incluye además otras referencias contextuales y de carácter simbólico como el Nobel de la Paz (1986) Elie Wielse, escritor norteamericano que sobrevivió al Holocausto sobre el que escribió con profusión en su obra. De esta forma, través del simbolismo del Nobel citado el yo poético vuelve de nuevo a renombrar en el imaginario del lector/a el genocidio nazi. Se produce, por tanto, un recorrido circular que regresa al centro de gravedad del poema I (el Holocausto) y que lleva a la autora a reafirmarse en la idea de la rememoración para no olvidar y del empleo necesario de la escritura para llevarla a cabo.

En el poema III, sin mencionarlo expresamente, la voz poética evoca el Muro de Berlín levantado durante la Guerra Fría. Pero el vocablo ‘muro’ también constituye una metáfora contundente porque simboliza la barrera física y moral que se levanta entre los seres humanos («Los muros se levantan y destruyen/humillan las conciencias de los hombres,/arrebatan el hálito de vida»).

En el poema IV ya no se produce la evocación del hecho histórico sino que se menciona expresamente: «Noviembre, arquitectura del silencio [de donde el libro toma el título]/El Muro cae y nace la esperanza».  A pesar de la cual el yo poético expresa un lamento porque «Quizás nadie se acuerde de los muertos,/de la separación de vidas libres». Una libertad suprimida como consecuencia de la acción de «hombres inhumanos,/inexpertos amantes de la guerra» y que deriva en un mundo sin vida («no nacerán flores») donde la misma esencia del ser humano manifestada a través del deseo y del amor es reprimida («ni brotarán las llamas del desnudo/en los cuerpos de lavas estrangulados/frente las comisuras del deseo»).

La pregunta retórica, que Longino consideró fuente de sublimidad, es utilizada por Alicia Aza en el libro para poner énfasis sobre algún aspecto y provocar conmoción en el lector/a. Así ocurre en el poema V: «¿Se amarían algunos en la nada?», «¿Hablarían de amor la Noche Buena?/¿Aunque fuera el crepúsculo del odio/una leve cascada de ternura?». En ese contexto en el que el ser humano queda reducido a un cuerpo ultrajado y violentado con destino a la muerte no queda resquicio para el amor porque la subsistencia reclama el primer eslabón de las necesidades a restablecer. Versos conmovedores nos hablan en este poema del dolor físico y emocional con la ausencia del amor en un contexto de «atardeceres sin celindas» cuando «La amatista recubre el corazón/fracasado…». Porque el discurso desgarrado que Alicia Aza expresa en los poemas se realiza también, entre otros recursos, mediante versos de extraordinario lirismo como los expresados o cuando con gran belleza dice que en mitad del odio pudiera existir «una leve cascada de ternura».

En este poema Auschwitz sigue presente. No se nombra. Se sobreentiende. Y lo hace a través de las emociones del yo poético en torno a la imposible manifestación del amor y de la crueldad de hombres «extramuros del campo violentado» que crearon la barbarie conscientemente («crueles conocedores y eruditos/de tiempos de exterminio y de barbarie»); pero también a través de nuevas referencias extraliterarias que hablan por sí solas mediante una estremecedora simbología: «Suena Mahler, sus Kinder Totem Lieder»; es decir, las Canciones a la muerte de los niños de un compositor y director de orquesta judío que fue denostado por los nazis.

La ausencia de la luz aparece reiterada en las dos últimas estrofas del poema y metaforiza un mundo oscuro de dolor y tormento. La oscuridad, como forma de privación junto a la vacuidad, lo solitario y lo silencioso constituye, según Burke, fuente de sublimidad.[2]

En el poema VI se suaviza el tono desgarrador de la voz poética. Una ligera alusión al mayo del 68 en Madrid ofrece un escenario de esperanza («construyen un tejido luminoso/y su sonoridad levanta un cielo»). Un canto a la libertad se destila en estos versos con «esa furia que anuncia el resurgir/de lo que la memoria aguarda siempre», un nacimiento «ante la cercanía de la luna».

En el poema VII las referencias extraliterarias aluden a la Guerra de Vietnam, que retrotrae en la memoria otros conflictos bélicos pasados como fueron las guerras púnicas del siglo III a. de C. («las pupilas cegadas por la historia/de una guerra, susurros de Cartago»). Una sólida conclusión subyace en estos versos: la historia de la humanidad replica una y otra vez el seísmo catastrófico de la guerra.

Los guerrilleros del Viet Cong «reptan» bajo la tierra y son «convertidos en insectos». El recurso de la despersonalización da cuenta de seres desposeídos de su condición de humanos y se manifiesta igualmente cuando dice «Comer, beber, dormir como roedores», que son «testigos de las huellas de lo inútil», porque toda guerra carece de utilidad y, al final, termina en páginas que «la memoria guarda en un ensayo».

El poema constituye en sí mismo una reflexión de peso sobre la guerra, expuesta a través de la palabra poética. Además de las referencias anteriores, por asociación de ideas se trae a la memoria la intervención soviética en Afganistán (1979-1989) y se menciona el Libro Rojo de Mao Tse Tung.

En la misma línea que el poema I, la sucesión de imágenes extraliterarias que siguen en esta composición va imprimiendo un ascenso de la intensidad emocional y discursiva hasta arribar nuevamente en un clímax: se sugiere el conflicto de Indochina como parte de una historia pasada frente al cual emerge ahora la poesía («Indochina se hundió y florecen haikus»), prosigue con la angustia y la desesperación emocional expresada a través de la simbología de la obra pictórica El grito, de Edward Munch, y continúa ascendiendo con los disparos de «las Kalashnikov» que se contrapone al «no a la guerra» cantado por «Yoko Ono». Es en la última estrofa del poema cuando se llega al punto álgido de la intensidad expresiva y emocional con una imagen durísima: «El dolor de Kim Phuc por el napalm/que detiene todo verso en el silencio». La niña de la guerra del Vietnam a la que el fuego del napalm lanzado por aviones quemó toda su ropa y dos terceras partes de su cuerpo mientras corría por la carretera.

Todo ese terror y ese recorrido sobre la guerra conduce por parte de la autora a una elevada reflexión centrada en la idea de que el paso del tiempo difumina la memoria de la tragedia de la barbarie que termina banalizándose («Hoy todo es suvenir de lo ocurrido,/un click en Instagram o un me gusta»), a pesar de lo cual se resiste («pero nadie detiene a la memoria»). Es el mismo tiempo que define nuestra finitud como seres humanos («nuestros cuerpos expiran y con ellos/todo se desvanece como el circo»). La sublimidad y la profundidad de estos dos últimos versos llegan a un máximo esplendor. El circo es un espectáculo itinerante, una exhibición no permanente, como la guerra que, con toda la intensidad del sufrimiento que arrastra, «se desvanece» y termina diluyéndose en la inmensidad de la historia, al igual que la vida de cada ser humano porque todo es finito. ¿Qué sentido tiene entonces esa exhibición macabra de los conflictos bélicos y de la aniquilación del ser humano? Es esta la conclusión que subyace.   

Existe una fecha clave que se menciona en el poema VIII (1989) para deducir que, cuando dice «Llegar a Tiannanmen como a Berlín», «un muro y una plaza», se está señalando dos acontecimientos históricos relevantes del siglo XX acaecidos en el mismo año: por una parte, la durísima represión de las manifestaciones multitudinarias lideradas por estudiantes chinos en la plaza de Tiannanmen de Pekín y, por otra, la caída del Muro de Berlín que separaba la ciudad en dos y que se produjo después de agitaciones populares, culminando varias semanas después en la reunificación de las dos Alemania.

La introducción de nombres pertenecientes al contexto histórico de Mao Tse Tung construyen el relato de la represión llevada a cabo por él y el régimen político del país. Y en contraposición a los mismos se citan a Lu Xun (escritor chino con ideas reformistas en el ámbito lingüístico y social), además de a Jimmy Carter y a Gorbachov, ambos Nobel de la Paz, y que en el poema simbolizan el espíritu humanista frente a la tiranía.

A lo largo de los poemas del libro la autora va dejando reflexiones de calado que extrae de las descripciones líricas y de las referencias introducidas en un camino discursivo que, como hemos apuntado anteriormente, define la obra. Y aquí vuelve a ello cuando expresa: «caminamos descalzos por los siglos/y son las tentaciones las que duran/como una puñalada a los cometas». Es la historia de la humanidad, conformada por seres desnudados por el tiempo, la que se pone en el foco de atención cuando contraviene las leyes del universo.

El poema IX se inicia con un traslado desde la China asiática hasta el ambiente de Chinatown de Nueva York, destino de este viaje, concatenando así lugares distantes (el país y el barrio) con idénticas culturas. Pero el lugar donde se dirige realmente es a la denominada Zona Cero de dicha ciudad en la que se ubicaban las famosas Torres Gemelas hasta su destrucción tras el terrible atentado yihadista del que fueron objeto en septiembre de 2001. A raíz de esta gran hecatombe, la poeta reflexiona acerca de la vida y la muerte («Solo existe la muerte en los que viven,/los muertos no conocen alfabetos/ni guardan la memoria de los dioses»), que enlaza con otra importante reflexión sobre el sentido de las religiones en sus distintas variantes y el papel que han jugado y juegan en la historia de la humanidad, sobre todo cuando constituyen el punto de partida de la intransigencia, la radicalización, la violencia y el asesinato.

A lo largo del poema fluyen imágenes de un paisaje desolador perteneciente al núcleo de la misma tragedia del atentado, contraponiendo esa «libertad hecha estatua, domadora/de militares, zares y fascistas» (la significación de la Estatua de la Libertad en sentido amplio) frente a «los andamios y la pena,/abiertas cicatrices supurantes», en un lugar donde «Sólo cabe el silencio ante la muerte».

La secuencia de descripciones sobre la catástrofe del atentado imprime una intensidad ascendente en la misma línea que en poemas anteriores. El escenario de la destrucción se describe a continuación mediante una enumeración de sustantivos con la que se alcanza la cima del desgarro, pertenecientes al campo semántico de la muerte.

Finaliza el poema con un verso contundente: «Existe un gen que mata y asesina». Es decir, la crueldad manifestada en el asesinato, contraria a la racionalidad y a la bondad, emerge del interior de aquellos que la llevan a cabo y constituye la condición personal en la que se halla la raíz del mal procedente de la especie humana.

En el poema X el destino del viaje es España, con un punto de partida: el advenimiento de la democracia tras la muerte de Franco y la libertad restablecida en el país. Pero el tema central del poema gira en torno a la acción de la banda terrorista ETA, primero en el año 1996 con el secuestro de José Antonio Ortega Lara, y un año más tarde con el asesinato de Miguel Ángel Blanco. La autora manifiesta emociones que giran en torno a lo inhumano del secuestro. El verso «Somos agua estancada por la ira» nos trae a la memoria uno de los símbolos de la muerte utilizado por Lorca: el agua estancada. En relación con ello, la descripción física de la imagen de Ortega Lara cuando fue liberado acentúa lo terrible del sufrimiento al referirse a él con la impresionante sinécdoque «huesos de cementerio que caminan». El desgarro se interioriza en ella y por eso dice que «Nuestra vida es un zulo tenebroso», convirtiendo así en metáfora del terror el espacio físico en el que fue encerrado. Respecto al asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA, la antítesis entre ‘voz’ y ‘silencio’ intensifica el mensaje y lo concentra: «La voz de Miguel Ángel Blanco muerto./Su silencio en un campo profanado/por los que nos han hecho sus esclavos».

En el poema XI el sujeto poético llega a Serbia a través de la poesía («Es la poesía quien me lleva a Serbia»), en donde existen «sombras de Yugoslavia calcinadas», haciendo referencia con este verso a las guerras yugoslavas de los años 90 del pasado siglo que terminaron por desintegrar la República Federal Socialista de Yugoslavia formada, entre otros territorios, por Serbia.

En la composición XII se produce un traslado desde Egipto hasta Bucarest, lugares y épocas distantes pero en los que las luchas de poder llevan a un mismo punto de inhumanidad. Por eso dice la autora que «De Egipto a Bucarest no pasa el tiempo». Con esta premisa sitúa en igual plano los esclavos que construyeron las pirámides y los muertos «en el Palacio del Pueblo», actual sede del Parlamento rumano. Tanto Nicolae Ceausescu como su mujer, Elena, se mencionan en el poema, referenciando así la autora sutilmente (y sin concretarlos) los episodios históricos en los que en esta ocasión la mirada poética dirige su atención y que parten de la brutal represión del régimen comunista de Ceausescu («asfixiando las bocas de los hombres»).

En esta composición los binomios de vocablos relacionados o contrapuestos entre sí se suceden: cielo/tierra, Praga/París, Caín/Abel y Rómulo/Remo. Cada par construye un significado de forma inteligente. Con las dos capitales citadas se rememoran en el imaginario del lector/a la Primavera de Praga y el Mayo francés, hechos que acontecieron en 1968. Los binomios Caín/Abel y Rómulo/Remo («Siempre Caín y Abel, Rómulo y Remo») simbolizan el mal y el bien así como la lucha entre hermanos que lleva al asesinato de uno de ellos cometido por el otro; la misma lucha cruenta que recorre los rincones del planeta y de la historia entre los seres humanos, miembros de una misma estirpe, porque, como expresa la autora, ellos «habitan en nosotros como cuervos».

Los cuatro últimos versos del poema lo cierran con gran belleza. En ellos la poeta manifiesta un hálito de esperanza a través de la escritura centrada en el amor, que está metaforizado por el cedro: «Me pesan las estrellas en los dedos/y un manto luminoso me estremece./Hay un cedro en mi boca de azabache/y en los raíles del tren muere la niebla».

El poema XIII, un poema extenso con el que se concluye el libro, constituye un dechado de sublimación y de poesía de gran altura ya manifestada en las composiciones anteriores de esta obra. En él se produce una concentración de los recursos estilísticos ya utilizados anteriormente que provoca una lectura de intensa emoción para los amantes de la buena poesía. La estructura simbólica creada a través de las referencias extraliterarias se hace más sólida aquí, siendo en algunos versos más impactantes; y, en combinación con la pregunta retórica, la sublimación a través del dolor y la reflexión incisiva, entre otros recursos, llevan a una elevación inigualable del lenguaje poético.

Los dos primeros versos introducen de lleno el mensaje inicial: «Cada día un cadáver que llorar,/Occidente se hunde ante DAESH» en alusión a los atentados perpetrados en diferentes lugares de Occidente por el denominado Estado Islámico. Esta ruta comienza con la durísima imagen del niño sirio de tres años encontrado muerto en 2015 en la playa de Bodrum (Turquía) en un contexto de crisis humanitaria siria provocada por los ataques del DAESH. La autora desearía tener una escritura que trate sobre la belleza, el destino y el carpe diem, simbolizada en el conjunto de poemas del escritor persa del siglo XI Omar Khayyam (que no se menciona en el poema), titulado Robaiyat. Sin embargo, su compromiso ético le lleva a escribir sobre la tragedia de Aylan Kurdi, nombre del niño ahogado. Este discurso hay que extraerlo de los tres siguientes versos en los que se sintetiza de manera extraordinaria: «Quiero escribir Robaiyat, pero escribo/Aylan Kurdi, silencio ante la playa/con las olas del éxodo en Bodrum». Es encomiable la posición humanista de Alicia Aza cuando a través de esta composición saca del anonimato al niño muerto trágicamente al dejar impreso su nombre y apellido de manera indeleble en este libro de poesía caracterizado, entre otros rasgos, por la exposición de un compendio histórico de acontecimientos bélicos y violentos provocados por la crueldad irracional de individuos y sistemas opresores. Frente al «silencio ante la playa» y «el niño que muere sin respuestas», ella ofrece su palabra poética que desafía al olvido más irreverente.

Y desde Turquía un nuevo traslado imaginado la lleva a Budapest, que al mencionarla junto a las expresiones «…inmenso campo/de bocas en silencio…/desgarro en los alambres de la muerte» nos evoca la deportación de los judíos húngaros en 1944 y siguientes, y los campos de concentración del Holocausto, tema recurrente en este libro.

Surge una reflexión acerca de la falta de humanidad («El hombre se vacía de sí mismo») mediante comportamientos impulsivos e irracionales («Vivimos en un mundo pasional,/matar, amar, orar; y siempre miedo») de «hombres sin bandera». Las figuras retóricas de la enumeración y del asíndeton con los verbos citados de significados intensos («matar, amar, orar») acentúan la emoción expresada.

El recurso de la sugerencia llega en este poema a su máximo nivel mediante la expresión elíptica concentrada en dos versos con un lenguaje poético extraordinario en los que se produce una perfecta comunión entre significantes (de carácter simbólico) y significados: «¿Y las Mil y una noches? Bataclán./¿Dónde El collar de la paloma? Niza». Destaca en ambos, tal como hemos apuntado, una elipsis que paradójicamente resulta reveladora de mensajes de calado. Por otro lado, se utiliza la pregunta retórica por la que en realidad se está manifestando afirmaciones. Asimismo, caben resaltar: el paralelismo entre ambos versos, la mención de dos obras literarias de épocas lejanas que simbolizan la orientación moral y el amor, respectivamente, y una respuesta después de ellas que viene dada por el nombre de dos ciudades. Ni una afirmación aparece de forma explícita en cada uno de los dos versos y, sin embargo, lo dicen todo. Esa es la grandeza de la poesía: la utilización de vocablos y expresiones que sirven de materia prima para esculpir y expresar algo diferente de su sentido literal. Puro arte literario. Las Mil y una noches nos lleva a mundos fantásticos y tiene un carácter moralizante. Frente a la pregunta sobre la existencia en la actualidad de la moralidad y la virtud que simboliza la obra citada, la respuesta es «Bataclan», sala de espectáculos de París en donde en 2015 se produjo un atentado terrorista por radicales yihadistas. El collar de la paloma, libro escrito por Ibn Hazm en el siglo XI, trata sobre la esencia del amor, y con él se metaforiza. Frente a la pregunta aparentemente velada sobre dónde se encuentra el amor en las actuaciones humanas, formulada a través de la simbología del citado libro, nuevamente la respuesta se produce mediante el nombre de una ciudad, «Niza», en la que un año después del atentado referenciado de forma implícita en el verso anterior, se llevó a cabo otro por parte de un hombre que se había radicalizado en la misma línea terrorista y que de forma deliberada condujo un camión contra una multitud de gente. Se trata, por tanto, de dos versos en los que la elipsis absolutamente concentrada conduce a un lenguaje poético sublime.

Otros atentados perpetrados en 2016 son aludidos a través del nombre de las ciudades donde se produjeron, hechos que inexorablemente acaban con los sueños o ilusión vital («Muerte en Bruselas, Munich y los sueños»).

En la siguiente estrofa la poeta reflexiona acerca de la existencia y sobre las luchas de poder. El amor y el lamento nos hacen iguales y, sin embargo, son esas luchas de poder protagonizada también por las religiones las que distinguen a unos seres humanos de otros. Por eso expresa: «Budistas, musulmanes y cristianos,/todos agonizantes ante el miedo».

Frente al olvido («Vivimos en un mundo sin memoria»), la autora retoma el recuerdo de Auschwitz-Birkenau sintiéndolo como vivencia propia («quiero recordarme en Auschwitz-Birkenau»), recurso ya utilizado anteriormente por el que se identifica con las víctimas («Siento consternación y lloro sangre, [obsérvese la profundidad del dolor que implica decir “lloro sangre”]/mi mente anestesiada con bromuro/desprendido del sueño de los nazis»), al tiempo que la intensidad del tono expresivo y emocional vuelve a tomar una inercia ascendente mediante enumeraciones de vocablos pertenecientes al contexto de los campos de concentración («barracones, alambres, pinchos, huesos…»), y otros recursos estilísticos como las anáforas y la introducción de elementos descriptivos de ese ambiente («Moriré cada vez que suba a un tren/desnuda bajo duchas de hojalata/…/Moriré ante un zapato abandonado,/…Moriré ante la mirada famélica/de verdugos y víctimas oprimidos/bajo la oscuridad cruel de los hombres»).

La autora concibe el olvido como un castigo («El castigo es la falta de memoria»). Y, sin embargo, después del Holocausto han continuado los asesinatos colectivos y en masa con cruentos desenlaces que se repiten en la historia, como estamos viendo en la actualidad.

Un nuevo mensaje relevante en la significación de este libro surge a continuación: el genocidio de la población judía en el periodo de la Segunda Guerra Mundial se sitúa en el mismo plano que la durísima represión llevada a cabo a través de trabajos forzosos por la antigua Unión Soviética en los gulag y por la República Popular China en los laogai. De tal manera que el Holocausto nazi se convierte en sí mismo en otro símbolo, esta vez de la crueldad y el exterminio de seres humanos que determinados regímenes políticos y fundamentalismos religiosos han ejecutado y, desgraciadamente, siguen haciéndolo. Esta simbología, como ya he apuntado con anterioridad y desde mi punto de vista, nos sitúa en la actualidad ante el exterminio y la crueldad llevados a cabo en Gaza, entre otras poblaciones y conflictos del mundo.

Todo ello lleva a la autora a una contundente conclusión: «El gen de matar vence a la memoria», lo que provoca el silencio del «que observa» y «una herida» abierta (y, por tanto, expuesta) al «conocimiento».

A partir de la finalización de esta estrofa se produce una pausa con una clara intencionalidad expresiva y semántica. El poema parece concluir, pero no sucede así. La autora abre un espacio de silencio y reflexión en la lectura para intensificar lo que a continuación se dice en un único y último verso aislado con el que se cierran el poema y el libro de forma magistral. En él de nuevo se concentra la sugerencia de lo que ella quiere transmitir como vía para amplificar el mensaje, utilizando además para tal fin la pregunta retórica y la ironía con el vocablo ‘héroes’, en referencia a los que ejecutan la iniquidad más cruel contra otros seres humanos y cuyas ideas se desvían por el camino de la vileza mientras proclaman el delirio de su propio enaltecimiento. El verso dice: «¿Y qué sueñan los héroes mientras duermen?». La sublimación en el lenguaje poético alcanza aquí cotas elevadas.

Por otra parte, esta obra, a través de sus referencias extraliterarias, constituye un compendio cultural e histórico que alimenta el conocimiento y suscita su indagación. Hay que conocer la historia para comprenderla a través de una mirada crítica. Este planteamiento humanista es imprescindible en la sociedad actual en la que los valores dominantes pervierten y condicionan el rumbo de los acontecimientos, sobre todo en los últimos tiempos con gobernantes de claro perfil autárquico y con guerras y genocidios que se están produciendo en diferentes geografías del planeta.

Arquitectura del silencio es un libro de la más alta poesía que evidencia el dominio por parte de su autora del lenguaje poético así como su profunda concepción humanista manifestada mediante un continuo cuestionamiento de los valores contrapuestos a la vida y al amor, y de una posición enfrentada al absurdo y la vileza de la crueldad y la aniquilación de seres humanos. Desde esa perspectiva, Alicia Aza asume la palabra poética desde el compromiso ético que insiste en rememorar para no olvidar, posición imprescindible en la historia actual porque ese no olvidar implica poner en tela de juicio cualquier atentado contra el ser humano, provenga de donde provenga. Poesía y conocimiento se aúnan así en un libro conmovedor y lírico, inteligente y sublime, rico en expresividad y profundo.

 

El conjunto de la obra de Alicia Aza muestra su relevancia como poeta en el panorama literario actual. Pero, además, puedo afirmar objetivamente y sin temor a equivocarme que Arquitectura del silencio es uno de los mejores libros de poesía escritos en lengua española en los últimos tiempos. 

 

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Alicia Aza es poeta y escritora, abogada en ejercicio y autora de ensayos de derecho mercantil. Es vicepresidenta de la Asociación Internacional Humanismo Solidario. Ha elaborado textos líricos para la ópera de Mozart THAMOS, con la producción de la Fura del Baus bajo la dirección de Carlos Padrisa, estrenada en Salzburgo en 2019. En poesía ha publicado El libro de los árboles (Finalista del Premio Andalucía de la Crítica, 2011), El viaje del invierno (Premio Internacional de Poesía Rosalía de Castro, 2011), Las huellas fértiles (2014), Arquitectura del silencio (2017) y Al final del paisaje (2021). Su obra ha sido traducida a varios idiomas.

 



[1] PSEUDO-LONGINO (siglo I): Sobre lo sublime.

[2] BURKE, EDMUND (1757): Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello, (p. 52) apud MARTÍN PRADA, JUAN: “Lo sublime y lo bello según Edmund Burke” (p. 5). Curso “La Estética y la Teoría del Arte en el siglo XVIII”

Consultado en: https://www.juanmartinprada.net/imagenes/transcripcion_videopresentaciones_sobre_edmund_burke.pdf

 



domingo, 15 de junio de 2025

ENTREGA DEL IX PREMIO "ERASMO DE ROTTERDAM" POR HUMANISMO SOLIDARIO

El 23 de mayo de este año 2025 se ha entregado a título póstumo el IX Premio "Erasmo de Rotterdam" a Federico Mayor Zaragoza por parte de la Asociación Internacional Humanismo Solidario, de la que formo parte como vocal de la junta directiva. El premio fue recibido por su hijo, Federico Mayor Menéndez, en un acto entrañable centrado en el recuerdo de una figura tan relevante por sus acciones desde los cargos que ostentó y por su perfil humanista como fue Federico Mayor Zaragoza, así como en discursos de los representantes de la Asoc. Intl. Humanismo Solidario relativos al papel imprescindible del humanismo en la sociedad de nuestros días. La laudatio fue realizada por José María Molina Caballero, poeta y editor de prestigio, así como por Fanny Rubio, catedrática de la Universidad de Madrid y escritora. El acto fue celebrado en el Ateneo de Madrid, lugar emblemático de la cultura de nuestro país. En el mismo se le hizo entrega al hijo de Federico Mayor Zaragoza de la escultura que representa al premio, cuya autoría es del escultor Luis M. García Cruz. Dejo algunas fotografías.






                                  De izquierda a derecha: José Sarria, Alicia Aza,
                                  Francisco Morales Lomas y Sara Cantó Pastor.    



                                            Sara Cantó Pastor, abriendo el acto como

                                            representante del Ateneo de Madrid

                                            


                                     Intervención de Alicia Aza, vicepresidenta de la
                                     Asoc. Intl. Humanismo Solidario



                                                 José María Molina Caballero, poeta
                                                 y editor



                                                  

      




                                              Fanny Rubio, catedrática y escritora




                                              


                                         Francisco Morales Lomas, presidente de la 
                                         Asociación Intl. Humanismo Solidario  








                                          José Sarria, secretario general de la Asoc. Intl.
                                          Humanismo Solidario       


                                            


                                                





                                             Federico Mayor Menéndez, hijo de Federico
                                             Mayor Zaragoza


                                                
                                                



                                                

              Foto de grupo

                                            
                                                

                                           De izquierda a derecha: Federico Mayor Menéndez, 
                                           Fanny Rubio (catedrática y escritora), Juana Vázquez
                                           (escritora y profesora), Alicia Aza (vicepresidenta de AIHS,
                                           poeta, escritora y abogada), Larisa Sarria (pintora),
                                           Fuensanta Martín Quero (poeta y escritora), 
                                           Inmaculada García Haro (poeta y escritora) y
                                           Carmen García Cruz (abogada y editora).   
                             
                                

                                                


                                                           Entrada del Ateneo de Madrid


lunes, 12 de mayo de 2025

EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA "CULTURA EN EL OBJETIVO"

El 9 de mayo de 2025 se ha inaugurado una exposición fotográfica de un elenco de ochenta creadores de diferentes disciplinas de la cultura nacidos y/o residentes en Coín, entre los que me encuentro yo como poeta y escritora. Los autores de esta magnífica exposición son Antonio Montero Presencio y Joaquín Morales, y se ha llevado a cabo en un lugar emblemático de la localidad como es el antiguo convento Sta. María de la Encarnación, desde hace años sede de innumerables actos culturales. Ello con el patrocinio del Ayuntamiento de Coín. Dejo muestra de algunas fotografías.


 









Antonio Montero y Joaquín Morales


 







martes, 26 de noviembre de 2024

LA POESÍA EN LOS NUEVOS TIEMPOS DE REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA DIGITAL DESDE UN ENFOQUE HUMANISTA

 

Durante los días 19 y 26 de septiembre de 2024, se han desarrollado en el Ateneo de Málaga por iniciativa de la Vocalía de Poesía dos jornadas de reflexión en torno al hecho literario y, concretamente, en lo que concierne a la situación de la poesía en los nuevos tiempos y transtiempos (en la primera de ellas) y sobre la repercusión que las nuevas tecnologías digitales tienen en la creación y difusión de la creación poética (en la segunda). En ambas jornadas he participado en calidad de poeta de esta ciudad. De mi intervención en los dos actos he escrito el siguiente artículo, que ha sido publicado en la web de la Asociación Internacional Humanismo Solidario, y que reproduzco a continuación:

LA POESÍA EN LOS NUEVOS TIEMPOS DE REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA DIGITAL DESDE UN ENFOQUE HUMANISTA

Durante los días 19 y 26 de septiembre de 2024, se han desarrollado en el Ateneo de Málaga, por iniciativa de Rosa Romojaro Montero, Vocal de Poesía de dicha institución, gran poeta, narradora, ensayista y profesora jubilada de la universidad de esta ciudad, así como por Enrique Baena Peña, Catedrático en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga y ensayista con una gran trayectoria de investigación, dos jornadas de reflexión en torno al hecho literario y, concretamente, en lo que concierne a la situación de la poesía en los nuevos tiempos y transtiempos (en la primera de ellas) y sobre la repercusión que las nuevas tecnologías digitales tienen en la creación y difusión de la creación poética (en la segunda)[1]. En ambas jornadas he participado en calidad de poeta de esta ciudad por invitación de ambos.

La temática abordada puede albergar perspectivas humanistas que no pasan desapercibidas para los/as escritores/as que pertenecemos de pleno a esta línea de pensamiento y que de alguna manera pude esbozar en el transcurso de mis intervenciones. Las ideas generales que, por razones de tiempo, expuse de forma sucinta las desarrollo a continuación sin entrar en un estudio pormenorizado de las mismas, recomendable, no obstante, por la repercusión social y humanista que arrastra la materia en cuestión.

En primer lugar, cabe decir que la acuñación del binomio ‘nuevos tiempos’ (mencionado en el planteamiento formulado en la primera de las jornadas citadas) en relación con la creatividad nos viene a sugerir la noción de cambio, que puede producirse de manera abrupta mediante una clara ruptura con las tendencias precedentes a las nuevas creaciones o bien como tránsito que acoge parte de los rasgos de lo creado con anterioridad.

Centrándonos en el hecho literario y concretamente en la poesía, encontramos antecedentes históricos de cambios drásticos por ejemplo en las vanguardias literarias (al igual que en otros campos artísticos como en la pintura) de las primeras décadas del siglo pasado. La ruptura con la tradición literaria se materializó mediante fórmulas novedosas ajenas a la innovación tecnológica, pero que revolucionó el denominado género lírico tanto en la forma como en el contenido. Recordemos, por ejemplo, la escritura automática utilizada por el surrealismo a partir de los métodos del psicoanálisis de Freud y sus teorías sobre el subconsciente e inconsciente. Igualmente, la poesía visual constituyó una de las formas poéticas figuradas desarrolladas en esos otros ‘nuevos tiempos’ de  aquellas vanguardias (o transtiempos, en la medida en que iban más allá del tiempo por su carácter rupturista que supera lo anterior y su proyección hacia el futuro) a través de los caligramas recuperados por el escritor cubista francés Guillaume Apollinaire, y cuyo inicio se cree que se debe al poeta griego Simmias de Roda, hacia el año 300 a. C. En lengua española destacan en el uso de este tipo de poesía visual autores de esas vanguardias como el poeta ultraísta español Guillermo de Torre, Gerardo Diego, perteneciente a la Generación del 27, o el chileno Vicente Huidobro, máximo exponente del creacionismo, entre otros muchos. De la misma manera, los cambios que abruptamente emergieron en aquellos movimientos literarios afectaron a los temas abordados en las creaciones poéticas al producirse, grosso modo, un rechazo por lo sentimental e íntimo. La literatura se convierte en un fin en sí mismo en muchas de estas corrientes literarias, desprendiéndose de la carga moral procedente de las generaciones anteriores a las mismas. La máxima expresión del alejamiento con el ser humano se produjo en el futurismo, centrado en la negación de los valores pasados y en la exaltación de los inventos, de las máquinas, del contexto urbano y del mundo moderno en general.

Para Ortega y Gasset estas vanguardias artísticas (y literarias) se alejaron del público al utilizar un lenguaje a menudo ininteligible para las mayorías, que no estaba dirigido a estas sino a los propios artistas o a una minoría de personas con la misma sensibilidad, provocando de esta forma un rechazo del público hacia ellas. Esta posición crítica la manifestó en su obra La deshumanización del arte, publicada en 1925, en la que analiza los rasgos principales que observa en esas vanguardias y considera que estas estéticas distorsionaban la realidad e intentaban evitar lo esencialmente humano.

En la época actual, los avances de las nuevas tecnologías digitales y su aplicación en sus diversas formas como son las redes sociales nos ubican ante una nueva situación de múltiples ángulos que, en cierta medida y poniendo el foco de atención en el hecho literario, recuerda el replanteamiento rupturista de las vanguardias del siglo XX citadas, a tenor de las repercusiones que estos avances proyectan sobre aquel.

De entrada y de forma general, se podría afirmar que nos encontramos ante un transtiempo caracterizado por la aceleración de la historia procedente de la revolución tecnológica en la que los descubrimientos se suceden sin pausas entre ellos en una concatenación de novedades técnicas que difícilmente puede llegar a asimilarse con la suficiente claridad por la mayoría de las personas. Los descubrimientos tecnológicos digitales se han convertido desde las últimas décadas hasta la actualidad en el soporte del sistema de vida de las sociedades modernas avanzadas y, como consecuencia de la globalización, de las cúpulas y zonas de influencias de los poderes políticos y económicos de los países poco desarrollados. De hecho, la irrupción de internet para uso generalizado en los años noventa del pasado siglo (aunque su origen se remonta a la década de los sesenta con fines militares) supuso un antes y un después en el modus vivendi de una gran mayoría de los habitantes del planeta, así como en el funcionamiento de las infraestructuras de comunicación convencional y digital y en sus múltiples aplicaciones en ámbitos tan importantes como la medicina, en la ejecución y resolución de una gran variedad de acciones pertenecientes a las esferas pública y privada o en el sistema financiero mundial con sus correlativas implicaciones de enorme trascendencia en la evolución y en el orden global. La World Wide Web (WWW), o red informática mundial, y todas sus herramientas y tecnologías colaterales, conjuntamente con otros nuevos avances como los aplicados en la industria e ingenierías, nos convierte en observadores y en coprotagonistas de una nueva etapa histórica sin precedentes en la que lo tecnológico nos rodea por doquier, permite el progreso y los innumerables beneficios derivados del mismo; pero, al mismo tiempo, se crean espacios de incertidumbre que conllevan la necesidad de formular planteamientos sobre qué riesgos entraña o puede acarrear desde el punto de vista humano este nuevo escenario, hacia dónde nos dirigimos y si son necesarios una regulación legal y un cuestionamiento ético encaminados a impedir la utilización desviada o maléfica de las nuevas tecnologías, como puede ser la propagación de las fake news que tanto daño vienen produciendo en las tendencias de opinión pública que no las ponen en tela de juicio: creencias falsas dentro de un marco de lucha de poderes políticos y económicos, encumbramiento de líderes mesiánicos de dudoso perfil ético cuya principal intencionalidad es el adoctrinamiento de masas en beneficio propio o de determinadas entidades o corporaciones; además del ataque frontal a los valores humanos mediante la integración (bien de forma inconsciente o bien como resultado de una manipulación) en los códigos de conductas sociales de actitudes y comportamientos violentos; o los innumerables casos de bullying sufridos por niños/as y adolescentes, de pedofilia y de intimidación y acoso  a otros sectores vulnerables de la población, entre otras situaciones. Todo lo cual requiere de un mayor control efectivo y real desde ámbitos legislativos, judiciales y policiales, e igualmente de la intervención de especialistas que desde los diferentes campos de la cultura, la educación y el pensamiento propugnen y transmitan ideas y valores humanos que contrarresten los modelos nocivos que con excesiva frecuencia dirigen el rumbo de la humanidad en esta era tecnológica y de internet.  

En este marco, nos encontramos en la actualidad con una literatura y, en concreto con una poesía, que en coexistencia con las tendencias tradicionales (no ceñidas de forma exclusiva a las formas clásicas), ha emergido y se transmite a través de webs, blogs y redes sociales. La tecnología digital permite una amplia posibilidad de acceder a contenidos, pero también de compartir creaciones poéticas con un número mayor de lectores/as y oyentes. La relación entre estos y los autores/as ha dado un vuelco en ese sentido y en ese contexto, permitiendo una democratización del hecho literario poético y otorgando de esta forma un mayor protagonismo social a la poesía respecto del que históricamente ha gozado, circunscrito a menudo a círculos reducidos por la especiales características de este género literario no siempre inteligible para gran parte de la población («a la minoría, siempre», dedicó Juan Ramón Jiménez su obra poética, consciente de esta realidad). Una democratización que, por otra parte, ha propiciado la aparición de un nutrido grupo de poetas jóvenes, pertenecientes a lo que se ha llamado la generación de los millenials, cuyas composiciones se difunden por las redes sociales ante un público de su misma franja etaria que comparte idénticas inquietudes. En palabras de Remedios Sánchez García, Catedrática de la Universidad de Granada, ensayista y crítica literaria, en su libro Así que pasen treinta años… Historia interna de la poesía española contemporánea (1950-2017), editado por Ediciones Akal en 2018:

la poesía española ha vivido en una constante confrontación entre la poesía clara y la más oscura, que trabaja en los entresijos del lenguaje, buscando sus límites para tratar de expandirlos. Y en esta situación de dualidad estética en España empiezan a dar sus primeros pasos los millenials, una generación de autores nacidos entre 1982 y 1994, que se acercan a lo literario con unos nuevos planteamientos, donde internet tiene un claro protagonismo, dado que son nativos digitales, siguiendo la terminología de Prensky[2]

Se trata de una generación[3] que ha convivido desde tempranas edades con el mundo digital y todas sus herramientas, así como con avances tecnológicos caracterizados por la importancia de la imagen virtual y por la inmediatez en la comunicación. Los teléfonos móviles, videojuegos, ordenadores, etc. han formado parte desde siempre del contexto de sus vidas como elementos indefectibles de las mismas, y esto se ha traducido, como en tantas expresiones artísticas, en una manera concreta de concebir la poesía a la hora de crearla e igualmente de leerla o escucharla. Para Remedios Sánchez esta generación no crea poesía «al modo canónico (la que se enseña en las aulas de Educación Secundaria, y que abarca desde las jarchas a la literatura de los años ochenta)»[4]. Cierto es que no todos los poetas nacidos en esa horquilla de tiempo se alejan del canon en sus composiciones, como es el caso de Pedro J. Plaza o de Jorge Villalobos, sino que la poesía tradicional al modo canónico se sigue escribiendo entre poetas jóvenes. Esa poesía tradicional no tiene por qué ser alambicada y, aunque lo fuere, no es la oscuridad o la claridad lo que otorga calidad literaria al poema sino más bien su capacidad de sublimación que puede alcanzarse tanto a través de recursos estilísticos tradicionales como mediante elementos novedosos obtenidos con las nuevas tecnologías, y esto hace compatible la coexistencia de ambas líneas de creación. En términos generales, la denominada poesía juvenil se caracteriza en palabras de Remedios Sánchez por el uso de «un lenguaje coloquial, directo y sin aparente preocupación métrica» mediante el que «se habla en primera persona principalmente de relaciones amorosas ambientadas en un contexto urbano»[5]; inquietudes que comparten sus numerosos followers (seguidores) o lectores/as de su misma generación. Nos encontramos ante una nueva realidad en la que muchos youtubers son poetas y a menudo los influencers ejercen de seudocríticos literarios a la hora de recomendar obras. Se trata, como especifica la citada autora, de «una poesía sin artificio ni estructuras profundas, directa y concisa, para arrastrar a un nuevo lector joven de entre 16 y 24 años, a un nuevo espectador (sus recitales son espectáculos, en muchas ocasiones rebosantes de música, imagen y voz)»[6]. Llegado a este punto, hay que tener en cuenta que, tal como defiende Francisco Morales Lomas, Catedrático de Lengua Castellana y Literatura y Profesor Titular de la Universidad de Málaga (además de poeta, narrador, dramaturgo, ensayista, columnista y crítico literario), en el segundo capítulo del libro Nuevas poéticas y redes sociales. Joven poesía española en la era digital (Editorial Siglo XXI de España, 2018), coordinado por Remedios Sánchez García, y que lleva por título “Subjetividad y humanidad en jóvenes poetas actuales. Hacia un nuevo paradigma”[7], no se puede generalizar respecto a la poesía de las nuevas generaciones que utilizan las redes sociales y las herramientas digitales en sus creaciones y difusión de las mismas, de tal manera que en esta era de internet nos encontramos igualmente con una poesía juvenil de calidad e interesante. Desde mi punto de vista, como en toda manifestación literaria y artística, siempre coexistirán niveles diferenciados de calidad poética, se utilice o no la tecnología  digital.

A la vista de todo ello, habría que formular las siguientes cuestiones: ¿todo lo que se transmite por las redes sociales con la inmediatez y espontaneidad que propicia el mundo digital, con características rupturistas y novedosas, y que se da por creación poética, es realmente poesía?, ¿todo lo novedoso responde a un estándar de calidad literaria?, ¿se está produciendo una banalización de la poesía debida a la proliferación de creaciones intranscendentes desde el punto de vista literario (que no canónico) movidas en los medios digitales? Y, por otra parte, si como se está viendo en los  últimos tiempos, el afán lucrativo de ciertas editoriales aprovecha el elevado número de seguidores en redes sociales de determinados autores o autoras de esa generación para asegurarse un nivel de ventas de ejemplares considerable mediante la concesión de premios literarios a los mismos o a través de la publicidad, con independencia de la calidad literaria de sus obras, ¿podemos considerar que la poesía se está mercantilizando excesivamente en detrimento de la misma? Y, en consecuencia, ¿es reprobable, desde un punto de vista ético, que el aspecto mercantil de un género literario tan excelso como siempre ha sido el lírico cobre tal dimensión que llegue a mermar las virtudes expresivas y creativas que siempre lo han caracterizado, relegando de esta forma un tipo de manifestación de la esencialidad del ser humano a mero instrumento material con fines de lucro?

Con independencia del riesgo de instrumentalizar la poesía para convertirla en otro objeto más de consumo con menoscabo de las cualidades literarias intrínsecas obtenidas bien mediante recursos tradicionales bien a través de elementos novedosos traídos gracias a las tecnologías visuales y digitales, lo cierto es que cuando se prioriza una excesiva mercantilización de la creación poética aumentan las probabilidades de que esta pueda derivar en otro producto, sucedáneo de lo que debiera ser. La falta de ética no se origina en esos casos concretos por la ruptura con la tradición literaria ni por las aportaciones novedosas que, al igual que en las vanguardias del pasado siglo, pueden producir y producen resultados creativos interesantes, sino que el cuestionamiento moral hay que situarlo en el hecho de que a menudo se presente una creación como poética (entendida como manifestación de un género literario elevado) cuando en realidad podría pertenecer, por ejemplo, a un subgénero (como es la “poesía juvenil”[8], en términos de Remedios Sánchez), al rap o a otro tipo de expresión artística, y que detrás de ello no existan más que fines lucrativos o de protagonismo social, lo cual implica una impostura; es decir una absoluta falta a la verdad que, a fuerza de producirse a diario al igual que en múltiples ámbitos, se da por válida y se integra en las formas de actuación con total normalidad sin ningún tipo de cuestionamiento ético.

La situación se ha complicado aún más con la irrupción desde no hace mucho de la Inteligencia Artificial (IA). Es palmario el hecho de que este avance tecnológico aporta innumerables beneficios a la sociedad en general. El abanico de posibilidades que ofrecen sus herramientas en diferentes campos es de gran relevancia, como pueden ser sus aplicaciones en la medicina, las ingenierías o la investigación en sus diferentes proyecciones. Una de las vertientes de la IA es la denominada Inteligencia Artificial Generativa cuya principal característica es la de crear contenidos a partir de bases de datos ya existentes mediante la utilización y combinación de algoritmos y ello, indiscutiblemente, constituye un paso más (y de enjundia) en la revolución de las nuevas tecnologías en beneficio del progreso mundial. Sin embargo, no hay que olvidar que todo tiene también su envés.

Un claro ejemplo lo tenemos en el campo de la creación artística y literaria (y por extensión en lo que concierne a la poesía), en donde la utilización de la IA Generativa provoca la necesidad de replanteamientos legales y éticos por las implicaciones que conlleva. Existe una justificada inquietud entre los escritores y traductores, no solo españoles sino también europeos y de otros países, ante las vulneraciones del derecho a la propiedad intelectual como consecuencia del uso indiscriminado y no remunerado de sus obras a través de las herramientas que esta nueva tecnología permite. En este sentido se viene manifestando la Conferencia de Asociaciones de Escritoras y Escritores, a la que pertenecen 15 organizaciones de autores y alrededor de 10.000 creadores literarios, y de la que forma parte la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE). El 1 de octubre del año en curso esta última entidad ha publicado una declaración propia en su página web dentro de la cual se pronuncia en los siguientes términos:

En los últimos años, el desarrollo de la IAG está sentando las bases de una nueva forma de explotación de nuestras creaciones que afecta al contrato social del conjunto de los ciudadanos, utilizando métodos y prácticas no sujetas a ningún principio salvo el beneficio económico, en algunos casos próximas al saqueo masivo de contenidos sujetos a la legislación arriba mencionada, cuyo uso y efectos en el futuro no solo los autores sino todos nosotros ignoramos.

Por ello, exigimos que todos los sectores asuman la imprescindible necesidad de un firme compromiso de salvaguardar nuestros intereses como creadores y respetar el producto de nuestro trabajo, base fundamental del tejido cultural y de la industria que lo sustenta y de la Ley de IA de la Unión Europea, primera normativa supranacional que, aunque de modo todavía insuficiente, ha comenzado a contemplarlo[9].

La preocupación que entre los/as escritores/as y traductores/as está provocando esta situación está movilizando a buena parte del sector de la escritura. En la citada web de la Asociación Colegial de Escritores de España, con fecha 11 de septiembre de 2024, se ha publicado el «Decálogo del Consejo Europeo de Escritores (EWC) sobre inteligencia artificial generativa (IAG) y derechos de autor», cuyo objetivo es que las herramientas proporcionadas por esta tecnología sean utilizadas dentro de la ética y la legalidad. A continuación reproduzco el último punto del citado decálogo porque sintetiza la resolución de la problemática en cuestión desde ese doble enfoque:

10. COMPROMISO

Todos deben ser conscientes de sus responsabilidades éticas. Trabajar juntos por un «código de tráfico de IA e IP» y regulaciones para un futuro justo, ético y regulado con IA generativa protege el poder de la innovación y evita la interrupción de la cultura y la creatividad humana[10].

 

Asimismo, el desarrollo de la IA Generativa permite que un determinado software pueda “crear” poemas, novelas, música y arte en general utilizando una ingente cantidad de datos existentes mediante algoritmos que actúan como redes neuronales artificiales con capacidad de aprendizaje. En un artículo de Andrés Guadamuz, profesor titular de Derecho de Propiedad Intelectual de la Universidad de Sussex (Reino Unido), titulado «La inteligencia artificial y el derecho de autor», publicado en octubre de 2017 en OMPI Revista[11], expresa que este tipo de creaciones a través de la IAG «podría tener implicaciones muy importantes para el derecho de autor»[12]. Y señala como ejemplo un retrato titulado «El nuevo Rembrandt» que la IAG produjo en 2016 por iniciativa de un grupo de museos e investigadores de los Países Bajos a partir del análisis realizado por algoritmos sobre numerosas obras del pintor neerlandés. Igualmente, en el mismo año, un programa informático japonés creó una novela corta que estuvo a punto de obtener un premio literario nacional[13]. A pesar de que Guadamuz deja abierta cierta ambigüedad en esta materia, lo cierto es que al mismo tiempo reconoce que «la legislación de muchos países no es favorable al derecho de autor que no se aplica al ser humano»[14] y menciona como ejemplo la jurisprudencia existente hasta esa fecha en Estados Unidos, según la cual solo se puede proteger «el fruto del trabajo intelectual» que «se basa en el poder creativo de la mente». La misma posición se mantiene en Europa, en donde el Tribunal de Justicia de la Unión Europea defiende que el derecho de autor solo puede aplicarse a las obras originales, las cuales vienen determinadas por la «creación intelectual propia del autor»; es decir, que para que una obra esté protegida por el derecho de autor este tiene que ser humano[15].

Este derecho, como se ha visto, no solo se pone en riesgo mediante la utilización (descargas, lecturas, consultas, etc.) de obras o creaciones sin que sus autores perciban remuneración alguna ni sean citados, sino también con el uso descontrolado de fragmentos, microfragmentos o rasgos identitarios de esas creaciones que los algoritmos de la IAG convierten en otra supuesta obra, dada como original, y cuya autoría se atribuye al usuario que indica determinados parámetros a una red neuronal artificial o, lo que es lo mismo, a una máquina. En este sentido, ¿estamos ante lo que Ortega denominó una «deshumanización del arte» pero desde otra óptica? Si su planteamiento partía del alejamiento de la creación artística (y, por tanto, poética) de las vanguardias del primer tercio del siglo XX respecto de la sociedad en general al tratarse, como hemos indicado antes, de estéticas intrincadas y poco accesibles al conocimiento de una mayoría de personas, la deshumanización del arte (y de la poesía) procede en la actualidad de otro hecho muy diferente que no concierne a la novedad estética ni al tema de la obra, sino a la forma en que se crea, su procedencia y, consecuentemente, a la autoría de la creación. La obra “creada” mediante la introducción de indicaciones en un software carece de la pulsión que está estrechamente relacionada con algo tan esencial como son las emociones propias del ser humano. La IAG no actúa como instrumento mediante el cual se canaliza esa emoción que deriva en poesía, como lo hace un bolígrafo o el teclado de un ordenador, sino que actúa autónomamente a partir de unos parámetros introducidos por un usuario; parámetros que lo que permiten es rediseñar emulando lo ya creado, pero nunca transmitiendo directamente la emoción que debe proceder del interior del cerebro humano, concretamente del sistema límbico, y que adquiere forma estética al llegar desde este al neocórtex (en donde se procesa la racionalidad) mediante la interrelación de ambas zonas. Que una máquina sustituya la creatividad del ser humano implica relegarlo a un lugar muy secundario ajeno a su propia naturaleza, lo cual plantea un problema ético de envergadura porque desde el punto de vista humanista habría que entender que la persona tiene que dirigir, desde sí misma, su vida y sus propias creaciones. La máquina (IAG) puede producir seudopoesía, pero nunca crear poesía. Y esto es extensivo al arte en general. Por tanto, además de la necesidad de una mayor regulación al respecto que cubra las lagunas legales existentes en la actualidad como consecuencia de la rapidez con la que estas tecnologías han emergido y de abordar su puesta en práctica para garantizar la efectividad de su cumplimiento, es imprescindible formular planteamientos desde una posición ética y humanista que se transmitan a una sociedad un tanto desinformada y desconcertada ante las continuas innovaciones técnicas que irrumpen abruptamente y que determinan, no solo la manera de gestionar la vida de las personas, sino también el arte y la creación literaria cuyos basamentos primordiales quedan al descubierto por fines ajenos a la misma. La máquina nunca podrá suplantar al ser humano en la creatividad porque, de lo contrario, se difuminaría el horizonte de la naturaleza de este, de la cual son intrínsecos los valores humanos como son la defensa de la identidad del ser, la verdad frente a la impostura o las necesarias fraternidad y justicia que frenen un materialismo depredador que de manera persistente busca los resquicios para imponerse y desestabilizar el rumbo de un mundo que se está viendo caótico en muchos frentes.

Como ha afirmado Sergio Barbero Briones, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en un artículo referido a Max Born y la responsabilidad ética de la ciencia y de su aplicación tecnológica:

 

La influencia que la ciencia y la tecnología ejercen sobre nuestras vidas es cada vez más notable. Por ello es fundamental que quienes trabajan en ciencia asuman unos principios éticos. A pesar de esta acuciante necesidad muchas son las carencias de la praxis deontológica en ciencia. De ahí que el testimonio histórico de quienes guiaron su vida por unos criterios éticos sea de inestimable valía en los tiempos actuales[16].

En el citado artículo resalta la figura de Max Born, Premio Nobel de Física en 1954 otorgado por sus estudios sobre la física cuántica y uno de los once científicos firmantes del Manifiesto Russell-Einstein de 1955, que en plena Guerra Fría alertaba del peligro que suponía (y supone también en la actualidad) para la supervivencia de la especie humana la proliferación del armamento nuclear derivado de los avances tecnológicos. Si bien el citado Manifiesto hay que contextualizarlo en una época de enorme tensión bélica, política y económica mundial y que fue gestándose a partir del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en 1945, llama la atención una de las frases del mismo en la medida en que un grupo de científicos entendía el progreso de la ciencia vinculado siempre al de humanidad. La referida frase dice: «Tenemos ante nosotros, si queremos, un progreso continuo en felicidad, conocimiento y sabiduría. (…) Hacemos un llamamiento como seres humanos a los seres humanos: recuerda tu humanidad, y olvídate del resto»[17]

Barbero Briones, que además de investigador ha sido biógrafo de Max Born, subraya cómo este propugnaba la defensa de la ética en los avances científico-técnicos. Una de las frases de Born que ha trascendido dice: «El amor es un poder tan fuerte como el átomo».

 Al final de su vida, Born escribió la siguiente reflexión que es extensiva al análisis que nos ocupa en relación con la aplicación de la IA Generativa:

Pudiera ser que los horrores políticos y militares así como el total derrumbamiento de la ética, de todo lo cual he sido testigo a lo largo de mi vida, no sean el síntoma de una debilidad social pasajera, sino una consecuencia necesaria del desarrollo de la ciencia natural, la cual en sí es uno de los mayores logros intelectuales de la humanidad. Si verdaderamente esto es así, entonces el hombre como ser libre y responsable, está acabado. Si la raza humana no desaparece a causa de una guerra con armas nucleares, degenerará hasta ser una manada de criaturas obtusas y tontas bajo la tiranía de dictadores, que la dominarán con ayuda de máquinas y computadoras electrónicas[18].

Que la IA Generativa y todos los avances científico-técnicos que se están produciendo ofrecen innumerables ventajas para el progreso de la humanidad es indiscutible, pero nunca deberíamos alejarnos de la perspectiva ética y humanista en su implementación en la sociedad, de la misma manera que lo hizo científicos de la altura de Max Born o de Einstein. Por ello, deseo concluir este análisis con lo que Sergio Barbero Briones ha expresado sobre el primero de ellos:

Más allá de sus contribuciones al conocimiento científico, su vida es un testimonio inestimable de la importancia del sentido y el sentimiento ético en el quehacer científico y, por ende, humano. Hombres como Born, o su admirado y querido Einstein, no solo transformaron la forma de entender la naturaleza, sino también los valores éticos que acompañan a la ciencia[19].

En definitiva, la creación poética y literaria, como la creación artística en general, no puede ser objeto de intereses de toda índole que por un lado la banalicen y por otro la conviertan en un producto más de consumo utilizado indiscriminadamente mediante las nuevas tecnologías sin el consentimiento de su autor/a y, por tanto, con el menosprecio hacia el trabajo creativo e intelectual de este/a. Ni tampoco debería aplicarse el desarrollo tecnológico como la IA Generativa (con independencia de los innumerables beneficios que proporciona) con el fin de llevar a cabo sin una regulación efectiva una suplantación de la creatividad y de la capacidad intelectual del ser humano porque, en ese caso, quedaría en entredicho la supremacía de este sobre la máquina. Razón por la cual, desde una posición humanista, hay que recordar lo que el Manifiesto Russell-Einstein sintetizó en aquella frase dirigida a todos los habitantes del planeta y que, aun emitida en otro contexto histórico, sigue siendo de actualidad: «recuerda tu humanidad, y olvídate del resto».



[1] Las denominaciones exactas de ambas jornadas son: “Reflexiones sobre el hecho literario. La poesía en estos nuevos tiempos y transtiempos”, del día 19 de septiembre de 2024, y “Reflexiones sobre el hecho literario. La poesía en estos nuevos tiempos tecnológicos”, del día 26 del mismo mes y año.  

 [2] SÁNCHEZ GARCÍA, REMEDIOS. Así que pasen treinta años… Historia interna de la poesía española contemporánea (1950-2017), Madrid, Ediciones Akal, 2018, p. 201.

 [3] Entiendo que, dado el año de publicación de la obra de Remedios Sánchez (2018), la horquilla comprendida entre 1982 y 1994 señalada por ella como periodo en el que ha nacido la generación de los millenials habría que ampliarla a fechas posteriores.

 [4]SÁNCHEZ, R. (2018): Así que pasen treinta años… Historia interna de la poesía española contemporánea (1950-2017), Madrid, Ediciones Akal, p. 203.

 [5] Ibid., p. 205

 [6] Ibid., p. 209

 [7] MORALES LOMAS, FRANCISCO (2018). “Subjetividad y humanidad en jóvenes poetas actuales. Hacia un nuevo paradigma”. En SÁNCHEZ GARCÍA, R., GARCÍA MONTERO, L., MORALES LOMAS, F. Y OTROS AUTORES, Nuevas poéticas y redes sociales. Joven poesía española en la era digital, Editorial Siglo XXI de España, 2018 pp. 31-48.

 [8] Remedios Sánchez García expone en la obra citada (p. 211) que el debate surgido sobre este tipo de poesía no habría tenido lugar si el mercado no hubiera legitimado canónicamente este tipo de creación y, en cambio, la hubiera catalogado desde el principio como un subgénero: el de la poesía juvenil.

 [9] ASOCIACIÓN COLEGIAL DE ESCRITORES DE ESPAÑA (ACE). “Escritores y traductores demandan a gobierno y empresas un uso de la IAG que respete los derechos de autor”. Publicado en la web de ACE el 1/10/2024.

Recuperado desde: https://www.acescritores.com/escritores-y-traductores-demandan-a-gobierno-y-empresas-un-uso-de-la-iag-que-respete-los-derechos-de-autor/

 [10] ASOCIACIÓN COLEGIAL DE ESCRITORES DE ESPAÑA (ACE). Decálogo del Consejo Europeo de Escritores (EWC) sobre inteligencia artificial generativa (IAG) y derechos de autor”. Publicado en la web de ACE el 11/09/2024.

Recuperado desde: https://www.acescritores.com/decalogo-del-consejo-europeo-de-escritores-ewc-sobre-inteligencia-artificial-generativa-iagy-derechos-de-autor/

 [11] OMPI son las siglas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, organismo dependiente de las Naciones Unidas que presta servicios para la promoción y la protección de la propiedad intelectual.

 [12] GUADAMUZ, ANDRÉS. “La inteligencia artificial y el derecho de autor”, en OMPIRevista,  octubre de 2017.

 [14] Id.

 [15] Id.

 [16] BARBERO BRIONES, SERGIO. “Max Born: la responsabilidad ética de la ciencia”, publicado el 21/09/2016  en “Ciencia para llevar- El blog del CSIC”.

Recuperado de: https://www.20minutos.es/ciencia/blogs/ciencia-para-llevar-csic/max-born-responsabilidad-etica-ciencia-5598264/

 [17] El Manifiesto Russell-Einstein fue redactado por Beltrán Russell y firmado en 1955 por él y por Einstein pocos días antes de fallecer este, así como por nueve científicos más. Se publicó en Londres por Pugwash Conferences on Science and World Affairs (institución fundada en 1957 y que recibió el Premio Nobel en 1995).

  [18] BORN, M. y BORN, H. (1971). Ciencia y conciencia en la era atómica. Barcelona: Alianza, p. 71. Apud Revista Scholé - Tiempo libre. Tiempo de estudio (núm. 04, abril 2020): “Max Born. Reflexiones de un físico” (ISEP-Instituto Superior de Estudios Pedagógicos Argentina).

[19] BARBERO BRIONES, SERGIO. “Max Born, el hombre que hizo a Dios jugar a los dados”, en Revista Española de Física (publicada por Real Sociedad  Española de Física) , abril-junio 2018, 32-2, p. 64

 



 




 

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